La principal utilización de la alfalfa deshidratada es la alimentación de animales, principalmente especies destinadas a la producción de la leche y animales de alto rendimiento.
Este forraje cuyo nombre científico es Medicago sativa, pertenece a la familia de las leguminosas forrajeras, cuya producción se halla muy extendida por todo la zona Mediterránea.
En el Vale del Ebro, zona donde es proveniente nuestra producción, la alfalfa tiene un ciclo vital de unos 5 años pudiendo llegar hasta 6.
El cultivo ha sido introducido en esta zona por los persas en el siglo I a.C. y crece habitualmente en regadíos y zonas húmedas, con un rango altitudinal bastante amplio, ya que aparece entre los 200 y los 2.000 metros de altitud.
La producción de alfalfa tiene diversificados destinos en esta zona, detallados en la continuación por orden de importancia, la deshidratación (más del 63%), henificado (25%), y el consumo en verde y ensilado (12%).
El proceso de deshidratación de la alfalfa, se divide en distintas fases. Primero, el forraje sufr
Para después ser manejada y transportada a la planta de deshidratación, donde el forraje es secado mecánicamente hasta alcanzar los niveles óptimos para el almacenamiento y embalado.
En el proceso de secado artificial, el forraje se deposita en un cilindro o tambor horizontal, y luego son transportados por ello a través del aire caliente que permite la deshidratación gradual. Las hojas, que se secan con mayor rapidez son empujadas por el viento hacia el colector, mientras que los tallos (más pesado y húmedos) tardan más en alcanzar el punto adecuado de secado y, consecutivamente, tardan más en ser cogidos en el colector. Después de estar en el óptimo punto de deshidratación, los forrajes son procesados en función de la utilización y finalmente almacenados.
La deshidratación, como método de conservación del forraje, no altera prácticamente en nada el valor nutritivo de los mismos. Si se produce una ligera, aunque mínima, disminución de la digestibilidad de la materia orgánica (MO), pero no se produce ninguna alteración en el valor energético. Un detalle que si altera tanto la digestibilidad como la ingestión del animal, es la forma de presentación del forraje deshidratado, recordar que ésta puede ser: forma larga, corta o gránulos.
Dependiendo de la presentación del forraje suministrado a los animales, los efectos en la alimentación son diferentes, ya que el tamaño de la partícula influye directamente en la digestión.
La ventaja de la deshidratación mecánica del forraje frente a la henificación, es que la deshidratación reduce las pérdidas de valor nutritivo (hojas, proteínas y vitaminas) al largo del proceso de transformación. Además, permite un secado más homogéneo y controlado, así como un menor grado de contaminación microbiana.
El proceso térmico aplicado en la deshidratación, reduce el tiempo utilizado para lograr los niveles de humidad deseados y elimina factores anti nutritivos que existen en la alfalfa en estado verde, como es lo caso de los estrógenos. El controle de todos los puntos del proceso, sin depender de condiciones climatéricas, permiten lograr un forraje estandarizado de gran calidad e valor energético y nutritivo.